Buenos Aires, 6 jun (PL) El partido amistoso que el seleccionado nacional de fútbol, con Lionel Messi a la cabeza, tenía previsto disputar el 9 de junio, en Jerusalén, fue suspendido por la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) en medio de una polémica internacional.
La dirección ejecutiva del fútbol argentino tomó la decisión de aplazar el compromiso del próximo sábado ante el seleccionado israelí, entendiendo que no era ni el momento, ni el escenario más oportuno para que se presente el conjunto conducido por Jorge Sampaoli.
Hubo manifestaciones en distintas partes del mundo en favor de la causa palestina, instando a que el cuadro albiceleste no acuda a jugar, y hasta hubo cartas que le hicieron llegar a Lionel Messi, desde distintos sectores de esa comunidad.
Incluso, una de estas manifestaciones ocurrió en las cercanías de la concentración argentina en Barcelona. El equipo se presentó varias veces en Israel, antes de otros mundiales, pero hoy este partido tocaba un asunto sensible.
No era solamente el hecho de llevar a Messi y compañía a jugar un amistoso a una zona de conflicto (decisión que resultaba, como mínimo, inoportuna). Además había que observar el mensaje que se emitía.
Para ponernos en contexto, vale la pena recordar los antecedentes: La selección argentina jugó en Israel, ante el seleccionado local, previo a cuatro mundiales (1986, 1990, 1994 y 1998). En tres de esos juegos participó Diego Armando Maradona (7-2 en el 86; 2-1 en el 90; 3-0 en el 94) y derrota 1-2 en el 98, ya sin Diego.
De forma rápida se puede trazar una línea entre aquellos partidos y este, y entender que la realidad, desde el punto de vista geopolítico, es otra.
Para empezar, el compromiso se había programado en la ciudad de Haifa, sin embargo, mudó su escenario a Jerusalén y estaba en disputa la Copa «70 Aniversario de Israel».
Este momento, coincide con la inauguración de la embajada de los Estados Unidos en Jerusalén (cosa que ocurrió hace menos de un mes).
Recordar que ya Donald Trump había reconocido, el año pasado, a Jerusalén como capital de Israel, avalando claramente la posición del gobierno de Benjamin Netanyahu.
Ahí está la principal diferencia entre este partido y las anteriores visitas del cuadro albiceleste. No solamente el conflicto bélico recrudeció, con el eventual riesgo que ello implica. La presencia del elenco argentino, con el mejor jugador del mundo en la actualidad, vendría a legitimar una posición política que está en disputa.
Ese es el principal punto. Por eso, desde distintos sectores de la comunidad palestina, se intentó hacer llegar el reclamo, no sólo a la dirigencia argentina, sino fundamentalmente al propio Lionel Messi.
Entender que su presencia sería utilizada políticamente, aunque el jamás tomara conciencia de ese detalle.
La AFA intentó sostener el compromiso firmado para jugar este amistoso, porque además (cabe aclarar) ya había cobrado dos millones 200 mil dólares correspondientes al mismo. Y más aún contando con el apoyo del presidente argentino, Mauricio Macri, que había sido invitado personalmente al amistoso, por Netanyahu.
Para entender de qué manera sentía el pueblo palestino la realización de este partido y toda la celebración que había en torno al mismo, vale citar la frase expresada por el embajador palestino en Buenos Aires, Husni Abdel Wahed.
El diplomático dijo que la presencia de Argentina en este juego es como si Palestina celebrara la ocupación de Malvinas. El parangón es por demás elocuente.
Del lado de la Federación de Fútbol de Palestina, su presidente Jibril Rajoub, expresó que guardaban «la esperanza de que Messi no venga», y llamó a un boicot al seleccionado argentino y al propio «Leo» en caso de que el partido se concretara.
Con respecto a la postura de Messi vale la pena expresar lo siguiente: Este tipo de asuntos no pueden quedar en la decisión final de un futbolista. No podía ser Messi el encargado de decidir que no se presentaba a jugar un partido de esta naturaleza. Ese tipo de cosas, deben asumirla los dirigentes, que son los mismos que firmaron el acuerdo.
Más allá del temor, la incertidumbre o hasta la incomodidad de jugar un partido así (los jugadores y el cuerpo técnico lo habrían expresado, de puertas para adentro), había un contrato rubricado y cobrado por AFA, e incluso un compromiso internacional entre los gobiernos de Argentina e Israel.
Trascendió que Natanyahu llamó a Macri para que interceda y el partido no se cancele. En esa situación se iba a presentar a jugar Messi. Maradona, como ya explicamos, participó en tres amistosos ante Israel.
Quizá hoy Maradona no lo haría, con mucha mayor conciencia política, pero en sus tiempos de futbolista hubo compromisos que tampoco pudo sortear, por ejemplo, los mencionados. Insistimos en un concepto: No se puede dejar toda la responsabilidad a la voluntad final del futbolista. Messi ahora o Maradona antes.
Para que Messi tomara la determinación de no participar en un compromiso de esta naturaleza, primero debería tener una comprensión plena de la complejidad del conflicto, cosa que posiblemente no tenía hasta este momento.
Precisamente porque él se ha centrado en jugar al fútbol. Tan simple como eso. Y como muchas veces expresó, la política no le interesa («política cero» se le escuchó varias veces). Pero ahora podía quedar en el eje de una situación incómoda e inesperada para él.
Ver las manifestaciones con consignas en su contra o réplicas de su camiseta manchadas con sangre, o saber que pierde el cariño de miles de chicos palestinos que también lo tienen como ídolo, debe ser una situación completamente nueva (y triste) para Leo.
Quizá, toda esta polémica generada a su alrededor, haya despertado en él otro tipo de visión de la realidad. Tal vez comprenda que política es todo, cada cosa que hacemos en nuestra vida, dentro de la sociedad. Que su figura también puede ser utilizada como una pieza dentro del tablero político.
Y el principal riesgo es que si él no toma conciencia de esto, aunque a Leo no le interese hacer política, otros pueden hacer política con él.
Por lo pronto, lo más saludable es que privó el sentido común. No se expone a Messi y compañía a quedar en el foco del conflicto y el costo político deberá ser asumido por los encargados de hacerlo. Los dirigentes.
La selección de fútbol de Argentina en el foco del conflicto
Por Andrés Schiapichetti